Communication Breakdown
Posted on 05. Mar, 2011 by tabs in Uncategorized
Obviamente los LED no se referían a lo mismo que yo, pero el título es bueno y hay que aprovechar lo ya construido en nombre del desarrollo, o algo así.
La paradoja es la siguiente: plena era de la comunicación que te cagas, una red de información con 1100 millones de usuarios a nivel global, a la que se puede acceder desde el más recóndito lugar del globo terráqueo; una red de telecomunicación personal a precios irrisorios que nos permite localizar a cualquier persona en cualquier instante, distrayéndole de sus quehaceres diarios, despertándole de la siesta e incluso avergonzándole dentro de una biblioteca repleta de gente hecha un manojo de nervios estudiando para el examen del día siguiente. Y somos la generación más apática y más catastrófica, socialmente hablando, de cuantas se recuerdan.
Pensamiento rápido de cohesión: una cosa provoca la otra. Veracidad: ¿a quién le importa? No es que vayamos a destruir la red en nombre de las relaciones interpersonales. Además, creo que un tal Pér está escribiendo sobre eso en estos momentos.
¿Qué nos queda? Quejarnos.
Difiero: esta es la generación más comunicativa, más social y menos tabú de cuantas ha habido. Mentira.
Patrones que observo de cuando en cuando bajo la perplejidad de mi propia apatía y de mis propios problemas de comunicación. En una casa, cuatro personas interactúan entre sí viendo la televisión. Tres personas en una tarde de domingo quedan para ir al cine. Dos amigos de toda la vida se ven por primera vez en tres meses y pasan la mayor parte del tiempo viendo vídeos en YouTube. La gente prefiere compartir experiencias perfectamente realizables en la soledad, a comunicarse. Es la nueva moda de la interacción social. Este tipo de interacción es positiva, en la medida en que complementa a la comunicación. El problema comienza cuando la sustituye, y después de ver la película, los tres amigos se van a sus respectivos hogares, en lugar de compartir una cervecita after-movie.
Pero hay cosas aún peores. El concepto generalizado de "fiestas del barrio" en el que nuestra generación participa está basado en el consumo de alcohol, que merma nuestros gaps sociales, y nos permite ser abiertos hasta con los gatos. Al día siguiente nadie recuerda nada. Concepto de "salir a ligar" más común: locales de encuentro gigantescos, con una música hipnótica a un volumen suficientemente alto para que no se pueda hablar. Añadido: la droga social por excelencia gobernando desde lo alto.
¿Qué diablos le pasa a la comunicación? Es incómoda. Un contenido con el que no hay que interactuar es ideal. Un partido de fútbol, por ejemplo. Deja que los goles entren por tus ojos. ¿Quieres emocionarte con lo que ves? Deja que entre un poco de cerveza en tu organismo, ella te hará levantarte cuando un tipo al que no conoces marque el primer gol. Quizá incluso haga que te enfades cuando otro tipo que no conozcas meta el segundo. Por lo menos habrás sentido algo.
¿Toda comunicación es incómoda? En absoluto. En primer lugar, existen unos ciertos espécimenes a los que llamo "iluminados" que son capaces de mantener una comunicación desenfadada, sana y carente de hipocresía con casi cualquier ser humano. Son seres avanzados, dignos de admiración. No es el caso más extendido. La mayoría de las personas sólo es capaz de mantener comunicación de este nivel con un número de personas muy reducidas.
¿Y el resto de conversaciones? La mayor parte, estériles. Small talk, lo llaman. Ya no se limita al ascensor, ha calado en nuestra vida cotidiana cual lluvia de mayo. Ejemplo brutal: personas que preguntan por algo esperando que se les devuelva la pregunta. "¿Que has comido hoy? Lo pregunto porque yo he comido unos espaguetis megaricos". ¿Critico este tipo de comunicación? En absoluto, igual que echamos agua al caldo de cocido, no podemos esperar que toda conversación sea trascendente. Lo que sí que creo que es criticable es la total ausencia de trascendencia en la comunicación.
¿Cómo osas? Comprendo la pregunta, ¿quién soy yo para criticar una mierda? Autoridad no tengo ninguna, pero sí un par de argumentos. El principal. La vida es finita y todo eso. ¿No es mejor tratar de alcanzar los rincones más alejados del centro antes de palmarla? ¿Debemos conformarnos con lo superficial, con una alegría transitoria, en lugar de explorar la incomodidad previa a la felicidad? Conectar de forma trascendente (entre comillas) con otra persona es una experiencia maravillosa. Me entristece que cualquier ser humano se la pierda.
Siempre queda ese grupo de personas con el que sí que conectas, ¿no? En realidad no. No todo el mundo es capaz de aprovecharlo.Efectivamente, por comodidad. No por la comodidad de no ir a buscarlo, rara es la vez que no encontramos un ser afín por el camino. El problema es que la comunicación trascendente es, por definición, profunda. En lo superficial nada duele y todo es pasajero. En la profundidad la cosa cambia. Es un área más oscura del alma con la que hay que tener cuidado, y pasear con inteligencia las primeras veces. Una conversación demasiado profunda suele llevar a alguna divergencia, y el alma orgullosa del ser humano tiene la mala costumbre de transformar al portador en la idea y estropear la relación.
Lo pintas muy negro. Not really. Las conversaciones trascendentes alcanzan su sentido máximo en las discrepancias. Aportan nuevas visiones sobre los asuntos tratados y dan riqueza al pensamiento, y por tanto a la vida. Aceptar la crítica y la divergencia en áreas suficientemente arraigadas como para suponer una verdadera diferencia es un camino pedregoso, pero no inabarcable. En realidad no es tan complejo como incómodo, y cualquiera que se lo proponga pude transitarlo.
¿Entonces, qué le pasa a nuestra generación? Los viejos dirían que lo tenemos todo hecho. Es una valoración muy injusta, pero tiene parte de razón. A nuestra generación le toca luchar contra monstruos cuya existencia jamás hubieran podido imaginar nuestros abuelos, pero sí que es verdad que la supervivencia la tenemos garantizada. Y un techo. Y la mantequilla de cacahuete. Es verdad que no tenemos que salir de casa para llamar a Sara, podemos usar el teléfono. No hace falta ni que nos levantemos, para eso está el móvil. Si queremos leer el periódico sólo tenemos que teclear la palabreja en el navegador y rezar porque no se haya caído la conexión. Achicando, vivimos en un mundo más cómodo. Cosas de la tecnología, y de vivir en un país desarrollado. Somos pequeños burgueses rodeados de burgueses. Estamos acostumbrados a la comodidad, y todo lo demás nos cuesta un riñón.
El típico argumento del parlanchín. Lo aclaro para que nadie se pase de pesado. Las excepciones existen, y no desmienten la regla, si no que la complementan.
¿Entonces, lo ves todo negro? Nop. Quizá un poco triste, y ni siquiera. Escribo sobre el tema porque me gusta escribir, porque me gusta quejarme, y porque quizá algún afligido se crea mis palabras y escale hacia la luz de la relación profunda. Es un lugar un poco amargo. Es muy sencillo perderse por el camino y olvidarse de que el resto de relaciones, las no trascendentes, tampoco están tan mal. Es un error tan grande como obviar el blues porque existe el jazz. La riqueza de la vida se encuentra, casi por definición, en la variedad.
¿Qué nos queda? La hermosura. Y San Marina. Que no San Marino. No es un error tipográfico. Sólo un montón de palabras obtusas organizadas de forma aleatoria.
¿Una metáfora? Supongo.